jueves, 26 de noviembre de 2009

Y SEGUIMOS

Pudo ser peor, sí, aunque no demasiado. El juego fue espantoso, pero el resultado apañadito, por lo que el Atlético llega a la última jornada virtualmente clasificado para la Europa League. Sólo perdería el tercer puesto si pierde o empata en el Manzanares con el Oporto y el APOEL da la sorpresa del año ganando al Chelsea en Stamford Bridge, pero si el Atleti ha llegado a un momento en el que se plantea sacar pecho por empatar en Chipre, es para desmantelar el equipo y empezar de nuevo.
Porque el partido rojiblanco fue lamentable ante un APOEL que ha dado la cara con gallardía en esta Champions, pero no está al nivel de un buen Segunda español. Normal, teniendo en cuenta que su presupuesto son 7,5 millones de euros por los 120 del Atleti. Bueno, pues esa diferencia no existió ni ayer ni en el encuentro del Calderón. Claro que dominaron los de Quique, sólo faltaba, pero de jugar al fútbol o de mostrar orgullo y compromiso mejor ni hablamos.
A los 5 minutos ya había marcado el APOEL. La incapacidad de este Atlético para salir concentrado al campo es increíble. Si usted llega a su trabajo y, cada día, durante la primera hora de trabajo da cabezadas a la vista de todos, rompe un ordenador y le tira un café por encima a su jefe hace ya tiempo que pasaría los lunes al sol. Aquí no pasa nada. Sucedía con Aguirre, con Abel y ahora con Quique. Una más de las muchas cosas que no han cambiado nada con el nuevo técnico.
Otra es el desmadre defensivo. Si tenemos en cuenta que Ujfalusi es, seguramente, el mejor defensor de la plantilla y vemos el lío que le hizo ayer el ilustre Alexandrou en la banda izquierda antes de meterle el pase de gol a Mirosavljevic, nos damos cuenta de la magnitud del drama. Por supuesto, que Perea, en el área pequeña, dejara pasar el balón por delante de él como si tal cosa no sorprendió a nadie.
Con el 1-0 el APOEL se echó hacia atrás esperando un huracán y se encontró una agradable brisa primaveral. El Atleti tocaba en mediocampo con pases horizontales, cortos y a menudo malos. No avanzaba, no presionaba, no corría, no sufría, no transmitía nada más que apatía. Sólo alguna arrancada individual de Agüero y una acción aislada en la que Forlán recibió en el área para rematar a placer y la pegó con la misma fuerza que un jilguero. El regreso del uruguayo se da por hecho, pero cada vez es más una cuestión de fe que de pruebas.
El empate.
Tan inofensivo parecía el Atleti, que el APOEL se estiró un poco al comienzo de la segunda parte con dos fueras de juego milimétricos de Mirosavljevic evitando males mayores. Fue el aviso definitivo para Agüero, que entendió que era él o nadie. Se fue de Elia por la banda derecha y metió un centro fantástico a Forlán que Chiotis desvió con apuros, pero el rechace le llegó a Simao para fusilar.
Al Atleti le quedaba media hora por delante para marcar el segundo y limpiar un poco su imagen, pero sólo creó peligro en una contra que Chiotis sacó a Maxi. El resto, apatía e impotencia. Y de broche, Quique acabó haciendo un cambio en el minuto 92 para ¡perder tiempo! Si el técnico cree que estas son las decisiones que van a salvar al Atleti, el futuro es negro. Crucen los dedos porque tenga algún plan mejor.
As.com 26/11/09